Las fotografías de Sebastiao Salgado siguen una tendencia sumamente fatalista y romántica. Muestran situaciones precarias, pero que, a la vez, conllevan un sentido de lo mágico realista, con componentes de extrema pobreza y objetos que parecen estar fuera de lugar. Escogí la foto de arriba como mi imagen primicia por esta razón. En la foto se pueden observar a tres niños, obviamente desnutridos hasta el punto del cansancio, que tienen de juguetes los huesos de los animales que seguramente habitaron el entorno. Aunque para nosotros esta imagen nos podría parecer una escena, a lo más, extraña en la vida cotidiana, a través del aislamiento de los componentes de la imagen, Salgado logra mostrar un mundo alterno, dónde la existencia de estos niños es tan fúnebre, como sus juguetes predilectos.
No obstante, una imagen no requiere de tantos elementos como la anterior. Salgado logra un efecto similar en el retrato de arriba sin mostrar el entorno de la refugiada. Pongamos a un lado su ropa sencilla, destartalada, y sus manos fuertes, ásperas. Olvidemos su expresión de preocupación, de pérdida, de soledad y hastío. La mano sobre la boca, la otra mano cruzada a través del cuerpo, que nos indican un sentimiento de desnudez, de la necesidad de cubrirse. Eso también, ignorémoslo por ahora. Basta con fijarse en la carencia de un entorno específico y la oscuridad del encuadre, para entender lo que Salgado deseaba transmitir. Aquí, en esta foto, el tema de identidad nos grita su nombre.
Una característica importante en la obra de Salgado viene siendo el uso de signos que marcan distintas identidades, y la interminable búsqueda de una identidad que una a las demás. Esta imagen es más explícita, pues la pintura religiosa que ocupa la gran parte de la escena nos transmite un mensaje, y la otra mitad de la fotografía, nos transmite otro. El posicionamiento de los componentes también nos dice mucho del significado de la imagen, pues la pintura marca la época colonial aún presente en las culturas latinoamericanas, con connotaciones religiosas. Y, aparte, los hombres detrás de la pared nos traen de regreso al siglo XX, una época en la que la sociedad en estos países se sigue rigiendo según las jerarquías de la época colonial. En la imagen dos de los hombres tienen las caras desnudas, mientras un tercero la tiene tapada con su sombrero, lo cual nos recuerda la falta de identidad en la cultura brasileña. Es en esta foto que Salgado nos da indicios de fuertes procesos de transculturación y aculturación.
A través de los retratos Salgado da testimonio de la problemática de su país. A diferencia del retrato de arriba, éste nos transmite un mensaje menos fatalista. Nos muestra la cara de la tierra según el fotógrafo. La cara de la nación. Esto se hace obvio en el detalle de los surcos en la piel, que son puestos en un entorno claro, bien ilumuminado, que contrasta con la sombra en el retrato de la refugiada. También trae a nuestra atención la enigmatica mueca de la anciana, que en vez de esconderse, como hizo la otra modelo, nos mira hieráticamente en toda su gloria, como una de las señoras del siglo XIX.
En esta foto el enfrentamiento entre civilización y barbarie subyace como tema principal, sin embargo, se discute la relación entre premodernidad y modernidad, através del posicionamiento y el uso de luz. En primer plano observamos a una familia, el hombre empujando una carreta hecha de madera y ruedas de bicicleta, y la mujer, a su lado cuidando al bebé que el hombre lleva sobre la espalda. Esta escena deviene en alusiones mágico-religiosas, pues retrae desde el imaginario religioso la imagen de la virgen, San José y el niño en la perigrinación hacia un espacio urbano.
Necesito el nombre de la la ultima fotografia de esta entrada....Y la obra...me interesa ...
ResponderEliminarmariomisael@yahoo.com